Huracanes 2023: Todo lo que debes saber sobre sus riesgos
Cancún, Q. Roo.- El Caribe Mexicano es frecuentemente golpeado por fenómenos meteorológicos, desde ondas tropicales, depresiones, tormentas y hasta huracanes. Estos últimos se dividen en cinco categorías, conoce qué significan y los riesgos que representan.
La intensidad de los huracanes se mide en una escala conocida como Saffir-Simpson, que maneja 5 categorías, de acuerdo con la velocidad de los vientos y marejadas ciclónicas, es decir, el incremento anormal del nivel del mar en una tormenta. Esta escala también calcula el daño probable que causará al llegar a tierra, según CNN.
Categoría 1
Los vientos alcanzan velocidades entre 119 y 152.8 kilómetros por hora. El oleaje puede aumentar hasta 1.5 metros por encima del normal. Este tipo de fenómenos suele ocasionar daños a las viviendas que no están ancladas, remueve escombros, árboles y letreros, y puede causar inundaciones en la costa y daño a los muelles. Aunque las afectaciones son las menores de todas. El huracán Grace, que tocó tierra al sur de Tulum el 19 de agosto del 2021, perteneció a esta categoría, con vientos máximos sostenidos de 130 km/h, rachas de 155 km/h.
El fenómeno dejó ocho muertos en México, aunque no en la costa quintanarroense, sino en Xalapa y Poza Rica, Veracruz, así como tres desaparecidos.
Categoría 2
Se acompaña de vientos de entre 154 y 177 kilómetros por hora y olas de hasta 2.4 metros de alto. Causa daños en techos, puertas y ventanas de edificios y suele arrancar árboles y arbustos, letreros y muelles.
Delta, que tocó tierra en Puerto Morelos la madrugada del 7 de octubre del 2020, azotó con esta categoría. La temporada de huracanes del 2020 fue atípica, pues se convirtió en la cuarta tormenta con nombre récord en ese año, y no sería la última. Asimismo, fue el fenómeno con más rápida intensificación en el Atlántico desde Wilma, en el 2005. Este meteoro causó graves estragos en Estados Unidos, donde azotó con categoría 4.
Categoría 3
A partir de aquí se considera un huracán poderoso. Los vientos alcanzan velocidades de hasta 209 kilómetros por hora y olas de hasta 3.6 metros. Puede crear daño estructural a pequeñas viviendas y bodegas, destroza el follaje de las plantas y arranca los árboles grandes.
El huracán Isidoro, que perteneció a la temporada de huracanes de 2002, se ubicó en esta categoría. Aunque no tocó tierra en Quintana Roo, sino en Telchac Puerto, en Yucatán, alcanzó vientos máximos sostenidos de 205 km/h y rachas de 250 km/h y puso en alerta al sureste de México desde Tulum hasta el puerto de Veracruz.
Categoría 4
Los vientos en este punto alcanzan velocidades de entre 209 a 251 kilómetros por hora y las olas superan los 5 metros de altura. Ocasionan daños severos a las casas de la costa y a los techos de las demás viviendas.
El huracán Emily, que tocó tierra en Playa del Carmen a las 6:30 de la mañana del 18 de julio del 2005 perteneció a esta categoría. Dicho fenómeno también se intensificó rápidamente desde su nacimiento, el 6 de julio de ese año en la costa de África. Para el 16 de julio había alcanzado categoría 5, lo que lo convirtió en el huracán más fuerte jamás registrado en el mes de julio con vientos máximos de 160 mph (260 km/h); aunque se debilitó antes de llegar a Quintana Roo.
Categoría 5
Es el tipo más mortífero de huracán y deja devastación y muerte detrás de sí. Los vientos superan los 250 kilómetros por hora y las olas superan los 6 metros de altura. Los techos de la mayoría de viviendas colapsan o son arrastrados por los vientos y las viviendas más pequeñas pueden elevarse. Ventanas y puertas sufren daños severos.
Tristemente, los huracanes más recordados son precisamente los más mortíferos o los que más devastación suponieron, como el huracán Gilberto, en 1988, llamado también “La tormenta del siglo” o Wilma, en el 2005, que fue el ciclón tropical más intenso registrado en el Atlántico y el décimo en la historia de la humanidad (los nueve primeros fueron tifones, en el océano Pacífico).
Tocó tierra en más de una ocasión en la Península de Yucatán y dejó 47 muertos tras de sí, así como daños entre los 18 y 22 mil millones de dólares, lo que lo ubican como uno de los huracanes más costosos del Atlántico.
En Cancún causó una destrucción épica porque un frente frío impidió que avanzara sobre el Golfo de México, entonces permaneció “estacionario” en el Caribe Mexicano por 70 horas consecutivas.