Cenote Angelita, uno de los secretos mejor guardados de Tulum

Cenote Angelita, uno de los secretos mejor guardados de Tulum

Cancún, Q. Roo.- Los cenotes son pozos de agua de profundidad variable, abundantes en la Península de Yucatán y únicos en el mundo. Se crearon debido a las filtraciones de agua a través del suelo kárstico y por las corrientes de los ríos subterráneos.

Su nombre proviene del maya “dzonot”, que significa “abismo”, y eran considerados fuente de vida, pues le proporcionaban a los pueblos el agua necesaria para subsistir, además que eran una entrada hacia el otro mundo y punto de comunicación con los dioses, según el Gobierno de México.

En Quintana Roo hay muchos cenotes famosos y otros un tanto desconocidos. En esta ocasión te invitamos a descubrir el cenote Angelita, que se encuentra en Tulum. Se localiza a unos 17 km al sur de la cabecera municipal. Se encuentra rodeado de una espesa vegetación verde esmeralda, lo que lo convierte en un sitio poco visitado, incluso entre los amantes del buceo.

Es ideal para las inmersiones, pues tiene hasta 60 metros de profundidad y por su composición representa un desafío incluso para los buzos más experimentados.

Esto hace único al Cenote Angelita

El cenote Angelita tiene una apariencia similar a la de un río subterráneo. Cuando se desciende, lo primero que hay es agua dulce, pero a los 30 metros aparece una densa capa de sulfato de hidrógeno, llamado haloclina, de la que emergen ramas de árboles muertos hace cientos de años, lo que proyecta una capa de misterio, según Quadratín Quintana Roo.

La haloclina es un fenómeno de la naturaleza que ocurre por el cambio en la densidad del agua, según México Desconocido. Por debajo de esta capa, de alrededor de 1 metro de espesor, corre agua salada y hay al menos otros 30 metros de cenote.

Este lugar también despierta el interés de biólogos y geólogos, ya que su mezcla de agua dulce y salada es ideal para estudiar la interacción de diferentes ecosistemas.

Por otra parte su acceso es controlado, precisamente para preservar su equilibrio ecológico. Los buzos deben acudir con supervisión de guías certificados, tanto por su seguridad como para cuidar el entorno; además se siguen estrictas normas de conservación.